Vasari, en su labor
de historiador del arte, y también como primer gran biógrafo de la modernidad,
inicia su biografía mencionando al artista Giotto y otros más, pero quiere
reconocer que el deseo del Rector del Cielo, es decir Dios, no está a la vista
cuando se habla de tales artistas. También dice que hay esperanzas, pues el
Rector decide enviar a la tierra un espíritu que dotase de grandes cualidades
para el arte en general y quiere dotarlo de una real filosofía moral.
La intención de
Vasari es el re-conocimiento del artista, pues se trata de los autores
notables. Es un re-conocimiento místico del artista como tal y como ser.
Michelangelo di
Ludovico Buonarotti Simoni, dice Vasari, ve por primera vez la luz en el año de
1474, un 6 de Marzo, pero Reneé Arbour afirma que el año de nacimiento es 1475,
aunque sí anota el mismo día y el mismo mes. Su padre, descendiente de una familia de
nobles, es decir los condes de Canossa, en ese momento es un hombre de una gran
fortuna y hábil para los negocios. Michelangelo, siendo el mayor de varios
hijos, los cuales su padre tendrá más adelante, asiste a la escuela de
gramática de Francesco di Urbano. Desde niño, su principal interés será el
dibujo, aunque esto no les agradará a muchas personas que están involucradas en
su formación educativa, incluyendo su padre. Ludovico Lionardo, quien es su
padre, nota que Michelangelo tiene más interés por el arte, así que decide
enviarlo al taller del maestro Ghirlandajo.
Vasari nos dice que
Michelangelo no siente gran afición por la pintura, y es cuando decide ingresar
al taller de escultura de Bertoldo, recomendado por Ghirlandajo; ahí se sumará
el artista Granacci, con quien entabla una buena amistad. La escultura será su
fuerte durante toda su vida. En ese momento, Lorenzo de Médicis el Magnífico,
está encargado de dicho taller en su jardín de San Marcos, donde tiene una
colección de varias obras de arte, entre ellas unas estatuas griegas.
Tiempo después,
Vasari nos dice que Michelangelo realiza otras dos esculturas importantes que
son El ángel del candelabro y la Piedad, escultura encargada por el
cardenal de Rohan, francés de nacionalidad, quien se interesa en el talento del
artista. Al ser terminada, es colocada en la capilla de la Virgen Maria della
Febre, en San Pedro.
Vasari intenta
darnos una perspectiva con respecto a la vida de Michelangelo en cuanto a
relacionarse con las diferentes autoridades y allegados que son relevantes
durante su vida. Y esto lo decimos con respecto a su relación con Julio II,
pues a pesar de las críticas y los malentendidos que se suscitan en la época
del desarrollo de los frescos de la Capilla Sixtina, el pontífice mantiene un
profundo respeto y una plena fe en la experiencia del artista para desempeñar
las diferentes labores que pretende durante su “mandato”, así como las demás
tareas que se le presentan durante el cambio de mandato en el Papado, y llega
el momento en que fallece Julio II. Hasta el momento, la biografía de Vasari se
va volviendo narrativa, y lo que en realidad quiere, es hacer parte de la
trascendencia de Michelangelo.
Y precisamente
es en esa narración donde Vasari hace notar el respeto y admiración que tiene
por Michelangelo, no sólo como artista. Aquí se destaca la apreciación personal
de las obras; se puede decir que esto ya llega a ser personal. Decimos
personal, y retomamos lo que tiene que ver con el respeto y admiración hacia el
artista florentino. ¿Vasari no estará involucrado de alguna manera en la
biografía que realiza sobre Michelangelo?
Podemos responder que sí a este interrogante. La
siguiente cita nos deja en claro que Vasari no sólo se involucra él mismo en la
biografía. También habla de él mismo, y esto es lo que dice:
“En 1550 fuí yo a
servir a Julio III, feliz de tal empleo que me acercaba a Miguel Ángel. Éste
deseaba que la sepultura de Pablo III fuera colocada en uno de los nichos en
que hoy está la Columna de los Posesos, que era su verdadero lugar, y yo logré
que Julio III resolviera poner su mausoleo en el otro nicho y en el mismo
estilo que el del Papa fallecido… En esa época, Vasari estaba todos los días
con Miguel Ángel… Yendo de iglesia a iglesia, sostuvieron muy útiles y bellas
conversaciones sobre el arte y los oficios, y Vasari puso por escrito el
diálogo, que publicará oportunamente, junto con otras cosas de tema artístico.
Ese año terminó Vasari de publicar las Vidas
de los Pintores, Escultores y Arquitectos en Florencia, sin incluir la
biografía de ninguno de los artistas vivientes, aunque fueran ancianos, con
excepción de la de Miguel Ángel. Así, le ofreció la obra, que Miguel Ángel
recibió con mucha alegría…”
Fuente: Juán Carlos Castaño y Santiago Vélez, 2009. Facultad de Ciencias Sociales de Bogotá
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